El verdadero amor a uno mismo es darte un respeto incondicional y aprecio y aceptar tu grandeza. Cada día te estás recordando que mereces que se cumplan todos tus deseos mientras te consideras digno y merecedor de felicidad.
Cuando te amas real e incondicionalmente, puedes moverte por el mundo con una compasión más profunda por los demás y puedes comenzar a permitirte recibir un flujo de amor y abundancia del mundo exterior.
El amor propio es tu combustible y tu base. Es una práctica cotidiana. Si no está allí, toda tu vida será inestable e incierta. Pero si realmente te amas a ti mismo, la vida avanza con facilidad y todo encaja mágicamente en su lugar.