Historia del calendario

Por demás interesante este escrito que hizo mi padre a quien, está por demás decir que, amo profundamente… y admiro incansablemente… digno de ser compartido.

cara-y-calendario-de-reloj-7424008
El Calendario

Desde que el hombre nómada se hizo sedentario para alimentarse de su cultivo de la tierra, tuvo que poner atención a los tiempos y sus climas para sembrar y cosechar.
Entonces observó los tiempos para controlar su agricultura, los memorizó o los apuntó e inventó el calendario. Luego y además, éste le sirvió para recordar fechas dignas de memoria y prolongarlo para planear su futuro.

fases-de-la-luna-header

Hizo el ser humano su propio calendario en cada grupo social y en cada lugar o región. Acomodaron las gentes su calendario a la necesidad grupal, su estilo, historia, creencias y prácticas. Así, hubo incontables formas de medir los tiempos en esta nuestra tierra.
El movimiento de la luna, del sol y demás cuerpos celestes fueron y son, para el ser humano, sus naturales instrumentos de medición.

calendario-maya    calendario-chino
En un principio, la rotación de nuestro satélite natural fue una buena forma de medir los tiempos. Hoy en día seguimos conservando estos parámetros en la agricultura y en algunas culturas para su historia y en unas religiones para sus mementos.
Para medir el tiempo, y en combinación con el movimiento lunar, hemos y seguimos usando la rotación de la tierra en derredor del sol que nos ayuda a determinar las partes del día y del año, en cada aparente vuelta del astro.

rotacion-terrestre
También podemos anotar entre nuestras curiosidades de las formas de medir el tiempo, las maneras de otros tiempos de señalar las partes del día. Ahora lo hacemos con 24 horas por día y empleamos husos horarios.

Pero no siempre fue así.
En el siglo XIV, el Papa Benedictino dictó la Regla para las horas canónigas, la que algunos pueblos occidentales adaptaron para medir su cotidianidad.
La zona en que se empezó con esas mediciones de las partes del día, fue el norte de Italia. Era el tiempo en que estaba terminando el mes de noviembre de aquellos lejanos años, en los cuales el sol salía alrededor de las siete y media de la mañana y se ponía a las 4:40 de la tarde, aproximadamente.
Al comienzo de esa medición del tiempo del día se le llamaba Maitines o Vigilia e iba de las actuales 2:30 a las 3:00 horas de la madrugada.
La primera etapa, Laudes (o Matutina o Matins), de las 5 a las 6. Nótese que no había designación para entretiempos, por ejemplo entre las 3 y las 5. Horas de continuar dormido.
La segunda, Prima, alrededor de las 7 y media de la mañana, que era el amanecer.
La tercera, Tercia, por ahí de las 9 AM.
La cuarta, Sexta, que era el medio día y quienes no trabajaban en el campo la destinaban para la comida. Se rezaba el Ángelus en el tiempo de ese Papa.
La quinta Nona, que era por ahí de las 2 a las tres de la tarde.
La sexta, Vísperas, a las cuatro y media de la tarde-noche más o menos. Era la hora de la cena.
La séptima y última, Completa, que era cuando los monjes se retiraban a dormir.

Aunque la tendencia y uso de nuestros días basa el calendario en el movimiento de la tierra alrededor del sol, hubo y sigue habiendo una rica e interesante variedad de calendarios para medir la vida de los humanos en este planeta. Además, ahora ellos tienen otros nacidos de su tecnología, buenos y precisos.

Nacidos de esos cálculos, me parecen interesantes datos como los que anoto enseguida, para no olvidarlos.

Leí que hace mucho tiempo algunos de nuestros ancestros registraban el tiempo usando los movimientos de la luna. Era el calendario lunar, aunque dudo que así lo llamaran entonces. Como esos movimientos no son de tiempos fijos al compararlos con los de la luz solar en la tierra, pues había que hacer ajustes de trecho en trecho, cuya incomodidad ha de haber influido para cambiar el sistema al de la luz solar.

De los tiempos remotos de medición, quiero recordar:
En la llamada Era Bizantina se computó el tiempo que si lo trajéramos al año de 2012 en que estoy escribiendo, el 14 de septiembre estaríamos iniciando el año 7521.
La Era Judía, que empieza en el Éxodo bíblico, este año sería el 5773, el 17 de septiembre.
Y el 1434 de la Hégira islámica, el 15 de noviembre.
En el periodo Juliano (de Julio César, emperador romano), el 14 de enero de nuestro 2012, sería el 6725 de esa era y empezaría el 2765 de la fundación de Roma por Rómulo y Remo, según su tradición.
Deportivamente hablando, este 2012 corresponde al 2787 de las Olimpíadas Griegas.

Pero en nuestra cultura occidental son de mayor interés estos datos:
En los tiempos de esplendor de la vieja Roma, el primer mes del año era marzo que debe su nombre por que estaba dedicado al dios de la guerra: Marte. Y el segundo mes era entonces abril y así el quinto (por eso se llamaba Quintilus) se la cambió el nombre por Julio, para honrar al César, mes en el que nació. Luego vino el sexto mes, al que por las mismas razones se le cambio el nombre por César Augusto y se llamó agosto, pero ha resultado un tanto incómodo que, por esas razones y para no ser menos, a agosto se le aumentó un día más para que tuviera 31 igual al de Julio César, no faltaba más, y no sólo 30 como le correspondía. Se castigó al último mes del año, dedicado a Febo y así febrero, que sólo había alcanzado 29 días para completar el ciclo anual, pues le quedaron sólo 28. Los meses séptimo al décimo no se les cambió el nombre y siguen siendo septiembre por séptimo, octubre por octavo, noviembre por noveno y diciembre por décimo. El penúltimo del año era enero que tomó el nombre del dios Jano (Januarius, su fiesta). Fue el mes que se descubrió el río en Argentina y de le llamó río de enero o Río de Janeiro, que después nos percatamos que no era río sino bahía.

Los romanos de esas épocas hicieron contacto cultural con los egipcios y se convencieron de que ellos manejaban mejor la medición del tiempo. En Egipto de aquellos tiempos asomaba al firmamento la estrella Sirio (Sirius) por ahí del inicio de enero, lo que era entonces su buena razón para empezar la cuenta anual. Así que los romanos cambiaron el primer mes de su año: marzo, por el de enero y así empezó otra vez nuestro calendario, con los cambios que se hicieron después, así:
En lo que ahora llamamos año 46, el emperador romano Julio ordenó los cambios que dieron inicio al calendario actual con el nombre de Calendario Juliano.

Debido a los años bisiestos, este calendario se trastocó y en 1582 el Papa Gregorio XIII lo ajustó. Ahora conocemos este nuevo arranque de medición como Calendario Gregoriano. Que entre sus curiosidades dice que para que un año bisiesto lo sea es requisito que sea divisible entre 4 y que no termine en dos ceros, salvo que sea divisible ente 400.

Por estar estos asuntos en manos de cristianos, pues sus clérigos decidieron contar para atrás el tiempo para que nuestra era, ahora llamada Era Cristiana, empezara con la fecha en que se calculó que nació Jesús el Cristo.
Y otra vez a padecer, porque los datos que si los tenemos ahora sobre este acontecimiento están todavía sujetos a discusión, imagine el lector cómo andaban esas cosas en aquel tiempo.
Podemos contar con algo como esto: el abate romano Dionisio el Exiguo, que murió antes de 550 a. C., identificó el año del nacimiento de Jesús en el 754 de la fundación de Roma para señalar ese año como el 1 de nuestra era. Pero el historiador romano Josefo afirma que Herodes el Grande (recordemos que esta otra manera de medir el tiempo: el reinado de celebridades) murió poco tiempo después del nacimiento de Jesús (podemos consultar Mt.2:19-22 para respaldar esa afirmación), lo que se interpreta que fue unos años antes de ese 754 de la fundación de Roma. Como ese Herodes murió ciertamente 37 años después de su proclamación como rey, entonces el año del nacimiento que se busca sería el 750 ó 751, dependiendo si la cuenta es de años completos fracciones. Algunos autores (Anderson, por ejemplo) sitúan la fecha del nacimiento de Jesús hacia el otoño del 750 de la fundación dicha. Otros (González Faus, por ejemplo) en la primavera de ese año. En fin, para lo que buscamos, el calendario nuestra era Cristiana debió haber empezado el año menos 4 de la actual que empieza en el 1, por lo que Jesús debó haber tenido 37 ó 38 años cuando murió y no 33 como reza la tradición. Agreguemos que el 25 de diciembre, señalado por la tradición como el natalicio de Jesús o Navidad, es una fecha convencional que en su tiempo impuso la autoridad eclesial para tratar de ayudar a que nuestros ancestros de esos tiempos moderaran su conducta con fiestas de abundantes excesos celebradas a la sazón y así nació la actual tradición. Ahí vamos equivocándonos, pero no pasa nada.

Ahora sabemos que el ciclo anual de la tierra alrededor de su astro rey es de 365 días, más 5 horas con 48 minutos y 45.25 segundos, más o menos.

Así que podemos computar mejor asuntos viejos que aun celebramos.

Un ejemplo de calendario muy popular en nuestros medios latinos es el de la Semana Santa. Es sabido que el Año Litúrgico varía con el ciclo lunar. También, que esto produjo las consabidas discusiones y confusiones por la dificultad de precisión en sus cálculos. Entonces, por ahí del siglo IV el Concilio de Nicea (año 325) decidió no coincidir con la Pascua Judía en la determinación de la fecha de la Resurrección y celebrarla en domingo y no en el día de la historia judía.

Se dijo que ese domingo es el siguiente al plenilunio o luna nueva inmediatamente posterior al equinoccio de primavera (21 ó 22 de marzo). En 2012 el Jueves Santo corresponde al 5 de abril; en 2013, corresponderá al 28 de marzo; en 2014 al 17 de abril; en 2015, al 2 de abril y así sucesivamente. Los invito a calcular.

Enrique M. Flores
Noviembre del 2012 de nuestra era. La que sea.